Hay una estrecha relación entre la postura y la oclusión dental, ya que en la articulación de la mandíbula con el cráneo, ATM, se encuentra un grupo de receptores posturales que influyen en cómo la persona se coloca y se mueve.
Además, la mandíbula, el cráneo, la columna cervical y los pies están interrelacionados y por ello deben estar equilibrados. Cualquier alteración en el contacto dental (mala oclusión, pérdida de piezas dentales, correcciones por ortodoncia, colocación de una prótesis, extracción, etc.) conlleva un ajuste postural y una afectación global.
Por lo tanto unas tensiones músculofasciales, producidas por un desequilibrio de la mordida, pueden llegar a bloquear estas estructuras y, en consecuencia, generar trastornos como cefaleas, migrañas, trastornos de la fonación y de la deglución, trastornos digestivos como hinchazón, estreñimiento y diarrea, tortícolis….Y a la inversa, las lesiones del aparato locomotor pueden provocar un trastorno oclusal.
Es por ello, que es necesario la colaboración del odontólogo con logopedas, fisioterapeutas, osteópatas, pediatras, podólogos y a la inversa.