Como hemos visto en algunos post anteriores sabemos que la posición de la lengua en la boca es un factor importante que afecta el desarrollo del rostro. Al respirar con la boca o simplemente abrir la boca, la lengua naturalmente cae hacia abajo y ya no se encuentra adherida arriba al paladar, que seria lo que sucede cuando tenemos la boca cerrada y respiramos por la nariz.

Si la lengua no se coloca en la posición correcta,  ejercerá una fuerza anormal sobre los dientes al tragar o descansar, lo que puede provocar que los dientes se salgan y queden desiguales. La respiración por la boca a largo plazo también puede hacer que la mandíbula retroceda, rigidez de los músculos faciales y que la columna cervical se incline hacia adelante. Tal y como se muestra en la imagen:

Además de empeorar la apariencia, la respiración por la boca a largo plazo también puede afectar el desarrollo mental debido a la mala respiración y la hipoxia. En casos severos, puede causar disminución de la memoria, respuesta lenta y menor coeficiente intelectual. Roncar y contener la respiración por la noche pueden causar hipoxia cerebral, que no solo afecta a la inteligencia, sino que también puede afectar la liberación de la hormona del crecimiento, lo que eventualmente conduce a una baja estatura. Por lo tanto, la respiración por la boca no se puede ignorar y las consecuencias son muchas.

¿Cómo podemos saber los padres si es respiración de su hijo es por la boca?

Si observa los siguientes comportamientos en su hijo a diario, se recomienda acudir a la consulta para su tratamiento:

1- Boca abierta por la noche, ronquidos frecuentes, sueño inquieto

2- Labios agrietados, olor desagradable en la boca, voz ronca

3- Apatía diurna, falta de atención, irritabilidad

4- Sonidos nasales pesados, etc.

En Midsa somos especialistas en el tratamiento de esta patología mediante la técnica del regulador de función de Aragao (RFA), es un tratamiento que llega a todas las partes del cuerpo humano a partir de la boca, integrando las funciones de los nervios encefálicos, como la respiración, la masticación, la deglución, el olfato, el gusto, el oído, el equilibrio y la visión.